miércoles, 29 de junio de 2011

Que hacer en estas vacaciones de invierno..?

Historias por Buenos Aires les propone conocer Buenos Aires de una forma muy original, a través de nuestros recorridos temáticos.
En las próximas semanas vamos a subir al blog mapas donde van a estar nuestros recorridos donde las vas a poder imprimir y seguir las referencias.
Van hacer 5 Mapas con recorridos distintos, cada mapa se va a subir por día. Lo que proponemos nosotros, es para que la gente empezara a conocer buenos aires de una manera distinta y asombrante, Mostrando los grandes tesoros que esconde la ciudad, cada mapa va a tener una historia distinta, donde intentaremos que aquella persona que lo siga viaje en el tiempo.
También estaremos subiendo eventos próximas que se realizaran en el transcurso de las vacaciones de invierno.



viernes, 17 de junio de 2011

Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco

Historia:

Los orígenes
En la Argentina, hacia finales del siglo XIX, el éxito de una nación se relacionaba con el avance científico y tecnológico al servicio del desarrollo comercial. Se tomaba como modelo el estilo de vida de la alta burguesía británica y se aspiraba a la apropiación de la cultura europea, en especial la parisina. El ideal de la sociedad de 1900 apuntaba a las naciones más desarrolladas de Europa, mientras que se relacionaba la tradición iberoamericana con el atraso político y religioso. No obstante, en la búsqueda de la legitimación del poder, se intentó la combinación de esta tradición con aquella modernidad.En el proceso de construcción de una nueva nación era necesario poner por escrito una historia, más allá de los límites de las Guerras de Independencia, rescatando como propio el pasado español que el ideario republicano había anatemizado a lo largo del siglo XIX. La “era de los Centenarios” (1892-1916) favoreció la revalorización de la herencia hispana. A la hora de crear colecciones privadas o públicas, “los responsables de la formación de la identidad nacional” optaron por aquello que los definía como clase y como raza. España también era Europa, pero se la entendió sólo como un imprescindible primer capítulo hacia la modernidad



Los primeros coleccionistas argentinos mostraron una singular determinación a la hora de elegir objetos para ilustrar la historia, inclinándose hacia la genealogía. Buscaron y recolectaron títulos de hidalguía, ejecutorias, escudos de armas y archivos epistolares. Esta tendencia se vio complementada por el acopio de retratos antiguos o conmemorativos, tanto de antepasados como de figuras trascendentes. De este modo fueron rescatados de los viejos edificios coloniales los rostros ideales de los conquistadores, reyes y virreyes, y los enlazaron en la galería de héroes nacionales.
Las platerías coloniales de Perú, Bolivia y el Río de la Plata, así como el mobiliario lusobrasileño, las monedas y medallas, los libros antiguos y los documentos, daban cuenta del accionar de un grupo particular en el territorio argentino por casi trescientos años. Eran los testimonios de los padres que los habían precedido en el poder: austeros y elegantes como el mueble lusobrasileño y ricos y poderosos como la plata sudamericana.El Museo de Arte Hispanoamericano Fernández Blanco nació bajo este ideal, como todos los museos del período. El legado de su fundador no escapó, salvo por ciertos matices, a las generalidades de la época. El coleccionismo de Isaac Fernández Blanco comenzó al acceder a la herencia de su padre en la década de 1880. Para esos años vivía en Europa, donde se abocó a la adquisición de instrumentos musicales antiguos animado por su ferviente vocación melómana. Al mismo tiempo, preparaba en Buenos Aires una casa que había adquirido, contigua a la de su madre, en la calle Victoria (hoy, Hipólito Yrigoyen) 1418. Se trataba del casco de una vieja quinta de principios del siglo XIX, que a lo largo de veinte años fue transformando en una mansión neorrenacentista de gusto ecléctico, soñándola como marco ideal para el desarrollo y contención de su colección de arte.Vuelto a Buenos Aires en 1901, Fernández Blanco sustituyó paulatinamente su obsesión por los instrumentos musicales, dejándose invadir por su inclinación historicista. Por medio de compras y algunas donaciones, fue rescatando todo lo que sus parientes y las principales familias de su clase ya rechazaban: abanicos, peinetones, documentos, iconografía del período federal, mobiliarios y platerías virreinales. Su afán coleccionista lo llevó a tener asociados que recorrían los territorios de la Argentina, Bolivia y Uruguay para adquirir los objetos de los antepasados de las familias antiguas. Tal fue el caso de Túbal C. García, su comprador destacado en Bolivia y el noroeste argentino. La Iglesia, en plan de renovación de sus templos, los anticuarios y las casas de remates de todo el país hicieron negocios con Fernández Blanco, en especial vendiéndole piezas de singular rareza y difícil ubicación en el mercado.

El Palacio Noel

Hacia 1880 la inmigración europea cambió el perfil económico y social de la Argentina especialmente, el de la ciudad portuaria Buenos Aires. Para 1914, la mitad de los habitantes de la metrópoli eran extranjeros. Las presiones de los sectores populares y medios de la sociedad, en su mayoría integrados por inmigrantes, y la implantación del sufragio universal pusieron fin a la primera etapa conservadora. Desde mediados del siglo XIX, la alta burguesía argentina buscó la modernidad, que los liberales promocionaban afanosamente, en las formas y estilos europeos, generando un eclecticismo desprolijo y pintoresco. En los niveles populares, los grandes cambios étnico-políticos provocaron un repliegue de la cultura criolla, la que se vio rápidamente reemplazada por tradiciones europeas. Fue entonces que desde algunos grupos de intelectuales se intentó frenar ese avasallamiento. La ruptura con la cultura europeizante establecida hasta el momento se generó desde el sector literario, con figuras de la talla de Ricardo Rojas, Rubén Darío y Manuel Ugarte. Surgió así, en el ámbito americano, lo que se denominó “primer nacionalismo” que, a partir de la Reforma Universitaria de 1918, alcanzó una mayor difusión dentro del mundo de las ciencias y de las artes. Este movimiento comenzó a disgregarse en tendencias como “indigenismo”, “hispanismo” y “americanismo”. Esta nueva ideología pretendía la regionalización cultural de América Latina, en contrapunto al avance imperialista de Europa y los Estados Unidos. La recuperación y difusión de las tradiciones y las artes ibéricas- fueron -consideradas el- medio por el cual -debían- unirse las naciones-- americanas-- para-- distinguirse de --otros pueblos y reconstruir su identidad, encaminándose hacia un mayor desarrollo.El propulsor más encendido desde el área universitaria fue Martín Noel, arquitecto argentino graduado en l’Ecole Specialle d’Architecture de París. Un año después de su regreso a la Argentina, en 1914, y luego de importantes viajes de investigación y excavaciones por España, Bolivia y Perú, Martín Noel instaló en su grupo académico porteño la polémica eclecticismo vs. neocolonialismo. Con más de una veintena de volúmenes publicados y un sinnúmero de artículos en medios especializados, fue uno de los teóricos más destacados de este nuevo movimiento arquitectónico, desprendimiento artístico del pensamiento nacionalista.Noel no se limitó a la especulación teórica, sino que desarrolló una continua actividad durante las décadas subsiguientes, tanto en la Argentina y otros países sudamericanos, como en España. En la gran mayoría de sus obras aplicó los fundamentos estilísticos de su ideología. Dentro de sus creaciones más destacables se encuentra la construcción de su propia casa, inaugurada en 1922, que compartió con su hermano, el Dr. Carlos Noel. Su diseño, de inspiración barroca, es una notable conjunción de elementos españoles, como sus jardines andaluces, y peruanos, como sus balcones miradores y sus frontis a la manera de retablos. No obstante, su formación francesa y su cosmopolitismo no le permitieron evadir algunos rasgos neonormandos en el ábside de la capilla y la división a la francesa de la residencia en dos cuerpos independientes entre sí, de tres niveles cada uno, así como un cierto toque californiano más acorde con las comodidades de una vivienda de los años veinte.La familia Noel habitó la casa por escaso tiempo, pues en 1936, debido a su elevado costo de mantenimiento, decidió venderla a la comuna por un monto simbólico que incluía la mayor parte de la colección de arte hispanoamericano y español que Martín Noel había adquirido en sus viajes por el continente y España. El arquitecto contaba con un excelente patrimonio de pintura cuzqueña, muebles españoles y virreinales de estilo frailero, imaginería y cerámica española, más todos los elementos arquitectónicos antiguos adosados a la mansión como parte de su terminación: puertas de iglesia, retablos, balcones limeños y otros. Con la base de este patrimonio se fundó el primer museo que funcionó en la residencia y fue conocido con el nombre de Museo Colonial. En 1943, un decreto municipal determinó concentrar las colecciones del Museo Fernández Blanco y el Museo Colonial, eligiéndose el Palacio Noel como única sede por el concepto arquitectónico de su edificio y por su capacidad. A partir de 1947 se denominó Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, cumpliendo con la cláusula de la donación de Isaac Fernández Blanco que establecía el nombre que debía llevar el museo.

(Fuente. Click Aqui)

martes, 14 de junio de 2011

Caminando por el barrio porteño de Monserrat...

Caminando por el barrio porteño de Monserrat encontré, entre las calles, Alsina y Defensa una muy bonita capilla al lado de la Basílica de San Francisco, se trataba de la Capilla San Roque, una capilla con detalles arquitectónicos bastantes llamativos de los años 1751 y 1762.
Esta capilla fue diseñada por los Arquitectos Andrés Blanqui, Antonio Masella y Vicente Muñoz y fue remodelada en 1911.

Archivo:Capilla de San Roque (Buenos Aires).JPG
Foto sacada de Wikipedia: Link

La planta de la capilla está compuesta por una sola nave alargada con una bóveda de cañón corrido y una cúpula semiesférica sin tambor. Posee un panteón subterráneo que resulta el más grande de Buenos Aires, aunque desde
1882 no está permitido el entierro de cuerpos en él. Los días 16 de cada mes se celebra la fiesta patronal aquí.


(Información Sacada de Wikipedia)

jueves, 2 de junio de 2011

Compartí tus Historias...

Si tenes alguna historia y te gustaría contarnos para que sea publicada en el blog y la gente la lea, mándanos tu historia a historiasporbuenosaires@hotmail.com
Nos interesa conocer mas historias a primeras personas de mitos y/o leyendas de Buenos Aires...

miércoles, 1 de junio de 2011

Un zoológico que la mayoría desconoce de la ciudad...

A principios de siglo XX, exactamente, el 22 de septiembre de 1907 se habilitaba el “zoológico del Sur”, creado como una sucursal del de Palermo para toda la zona Sur de la ciudad.

Por orden del intendente Carlos Torcuato de Alvear, que mira hacia el sur y quiere darle impulso a la zona obrera y más humilde de la pujante ciudad de Buenos Aires.

Considerado como un paseo similar al de Palermo y con un fácil acceso para los vecinos de la zona sur, el zoológico estaba ubicado dentro del Parque de los Patricios, con una superficie 101,210 m2. Al principio consistía en un edificio circular con unos pocos animales, un camello, un dromedario, cuatro cebúes, dos guanacos y dos avestruces. Todo el paseo decorado con estatuas y arboleda bellísima y un llamativo palomar romano. Reunía más de 30.000 personas por fin de semana, era un paseo esplendoroso para los habitantes de los barrios del Sur.

Su ideólogo y creador fue Clemente Onelli que en el año 1904 fue designado por el gobierno nacional al frente del Jardín Zoológico de Buenos Aires situado en Palermo.

Clemente Onelli nació en Roma en 1864 y con 24 años llega a nuestro país con un bagaje de cultura muy amplio para esa época. Se especializo en zoología, panteología e historia natural. Conoce al perito Moreno fundador del museo de La Plata y con él logra materializar su sueño ir a la Patagonia. Onelli secundó al perito Moreno en la marcación de los límites con Chile y se destaca como naturalista, etnólogo, geólogo y paleontólogo, aprendiendo las lenguas aborígenes de la patagonia. En 1904 el gobierno nacional lo designó al frente de el Jardín Zoológico de Buenos Aires en Palermo, en la dirección del Zoo se mantuvo estuvo hasta el día de su muerte en 1924.

Le dio al zoológico vivacidad y copio los mejores ejemplos de instituciones similares en Europa. Durante su dirección reapareció la revista del Jardín Zoológico, en la que Onelli publicó numerosas descripciones zoológicas de los animales en exhibición, demostrando un gran interés y una esforzada atención por estos animales, estudiando los mejores tratamientos veterinarios y las enfermedades mas frecuentes. Este interés le valió su respeto e ingreso a la Sociedad Protectora de Animales.

Durante los años que Onelli estuvo al frente de la dirección de la institución, el Zoológico de Buenos Aires en Palermo, vivió una época de esplendor y la cantidad de visitantes aumentaba considerablemente cada fin de semana.

Se realizaron importantes obras de infraestructura y se establecieron muchos entretenimientos y juegos para niños.

El intendente de Buenos Aires, Marcelo T. de Alvear le pide a Onelli que dentro de sus posibilidades y con el menor costo posible, creara un lugar de exposiciones zoológicas en la zona sur y es así como se inaugura el 22 de septiembre de 1907 el nuevo y original “Zoológico del Sur” en el Barrio de Parque Patricios.

Según recuerda una publicación del ateneo de estudios históricos de Parque Patricios, el zoológico del sur era un zoo temático con arquitectura romana antigua, el pabellón de los felinos y los osos era una copia del acueducto de Claudio, con una serie de arcos mayores y menores que servían de jaulas y guaridas para estos animales. El depósito de forrajes estaba en “el ara de Júpiter”, las aves exóticas en el pabellón de “erecteon” y al fondo un espectacular palomar romano.

Por avenida Caseros estaba “el templo de Vesta” que encerraba aves de gran envergadura. Y al sur estaba “el templo de la fortuna viril de Roma”, una gran confitería (hoy ubicado por detrás de la calesita del parque).

En el año 1812 se incorporó “una cabrería municipal“, lugar donde una multitud de personas formaban fila para tomar leche fresca recién ordeñada.

En el año 1914 se lo reinauguro con una gran variedad de edificios que se asemejaban a ruinas romanas. Al principio fue todo un éxito, pero luego no prosperó. Onelli sostenía la necesidad de cobrar entrada para solventar los gastos de su mantenimiento. Para él el punto no era el resultado económico, sino la valoración del proyecto.

Al depender exclusivamente del presupuesto público, quedó sujeto a los vaivenes de las partidas que se recortaban paulatinamente.

En 1924 muere Onelli y sin su dinamismo y esfuerzo, poco a poco fue perdiendo su esplendor, la decadencia y el abandono se llevó al hermoso Zoológico del Sur.

Los sucesivos gobiernos, falta de presupuesto y cambios políticos lo arrastraron a la deriva. Cerró sus puertas definitivamente en 1938, un año después en el predio se levantó un Centro de Deportes y recreación.

De esta maravillosa obra arquitectónica romana, sólo han quedado dos edificios, que el paso del tiempo ha deslucido con su oscuro manto de verdín y enredaderas.

Escribe Leticia una guía turística del barrio de Parque Patricios, en su página web, que las hermosas estatuas que lo decoraban desaparecieron, la escultura de la loba Capitolia fue trasladada al Parque Lezama en 1939.

Hoy no queda ni siquiera una placa recordatoria del inmenso trabajo que proyectara Clementi Onelli, para los barrios humildes del Sur.