martes, 16 de agosto de 2011

La cúpula mas grande de la Ciudad de Buenos Aires



La famosa Cúpula del Congreso Nacional elevada a ochenta metros de altura, en el emblemático palacio legislativo, se encuentra una gran estructura de un color verdoso que engalana el cielo de la ciudad de Buenos Aires hace mas de 100 años, exactamente desde 1906. La historia cuenta que allá por 1895 el ingeniero italiano Víctor Meano, responsable de esta obra colosal, entendió como nadie la grandiosidad que el edificio del Parlamento debía mostrar e ideó un remate cupular de dimensiones monumentales, que sobresaliera, imponente, en una ciudad en la que predominaban las construcciones bajas. Para Meano, no era una novedad el significado de las cúpulas, por eso combinó el prestigio, el poder y la autoridad que ellas representan con un diseño particular e inusual de bóveda -más bien esbelta y alejada de los domos tradicionales de fines del Siglo XIX- para que desde la lejanía causara un fuerte impacto asociado a la perspectiva.

Para quienes tuvimos la fortuna de recorrerla, la cúpula central del Congreso es una joya tallada a la perfección, tanto de cara al cielo como en su interior. Tan así es, que les puedo asegurar que la sorprendente arquitectura encerrada tras ese precioso caparazón verde dejaría estupefacto a más de uno, al igual que el deplorable estado edilicio al que ha llegado esta maravilla construida hace más de un siglo.

Alzarse hasta la cúspide es una invitacíón a escaparse momentáneamente de lo contemporáneo para entrar en lo más oculto del pasado. La meticulosa conexión de escaleras internas que posee la cúpula no sólo es el único medio para adentrarse en este túnel del tiempo en pleno corazón de Buenos Aires, sino también el elemento fundamental para descubrir, poco a poco, la tarea formidable que demandó su construcción. Resulta imposible, entonces, negarse a la aventura de pisar los escalones de cemento teñidos de óxido que conducen al primer descanso dentro de la cúpula, compuesto por un balcón circular, donde mirar hacia arriba o hacia abajo causa la misma admiración. A pesar de la suciedad y de la falta de mantenimiento notorios en derredor, desde allí puede verse la superficie cóncava de la bóveda -con signos avanzados de humedad y el desprendimiento de algunos ornatos- así como el lugar exacto del que pende, a sesenta metros de altura, la bellísima araña de bronce de dos toneladas de peso, sin duda, la más imponente del Palacio.

Como contraposición, la sensación de vacío bajo mis pies es espeluznante. Asomarse desde el balcón circular es lo más parecido a ser succionado por un lujoso embudo gigantesco: la distancia multiplicada sin cesar hasta el piso, atravesando el bellísimo artesonado del intradós de la cúpula y las veinticuatro esculturas de tres metros cada una que adornan la base del tambor, no me deja mentir. Pero hay un dato que, sabiamente, los historiadores de 1900 dejaron apuntado para entender mejor la hazaña que requirió semejante obra y que, de sólo imaginarla, apabulla aún más que lo ya visto. Cuentan que “la construcción de la gran cúpula central ha sido un trabajo notable de ingeniería; sólo los cuatro pies o pilares en que reposa tienen una superficie total de trescientos metros cuadrados de granito. Para afianzar esta cúpula y aguantar su enorme gravedad de treinta mil toneladas, ha habido que hacer, excavando en el suelo hasta diez metros más abajo al de la calle, otra cúpula al revés, también de piedra, que bajo los pies se ve como un enorme medio huevo, dando vértigo observarlo”.

Tal paralelismo incentivó aún más la subida hasta la cima para comprobar la excelencia del proyecto diseñado por Meano. Una escalera similar a un tirabuzón me guía ahora desde el balcón circular hasta los peldaños de metal empotrados entre la bóveda interna de cemento y la externa de cobre, que culminan frente al secreto mejor guardado de esta megaestructura: la fantástica y soberbia armazón de acero que da origen a la cúpula; un verdadero laberinto metálico que denota el minucioso entramado arquitectónico. Justo sobre la curvatura final del domo, se accede al primer balcón externo, embellecido en su circunferencia con cuatro hojas de cobre de gran tamaño que, a modo de libro abierto, exhiben los orificios dejados por la lluvia de disparos lanzada desde los aviones militares durante la Revolución de 1955. Mejor suerte corrieron los voluminosos leones alados que se elevan justo sobre mi cabeza, ya que, a simple vista, no acusan recibo del maltrato de los proyectiles al que fue sometida la estructura. Aquí arriba, los detalles decorativos de la cúpula impresionan por su tamaño auténtico: las líneas curvas que se ven desde la vereda son, en realidad, una secuencia infinita de redondeles voluptuosos, y los cinco círculos que contiene cada hilera no son otra cosa que unos tremendos ojos de buey, utilizados para iluminar la bóveda en fechas patrias o en ocasiones especiales. Continuando el ascenso, una escalera angosta me abre el paso hasta el balcón más alto de todo el edificio, un verdadero desafío para el vértigo. Como suspendidos en el firmamento, cuatro globos de vidrio violáceo -algunos rotos y otros manchados de óxido- sirven de base para el cobre que se afina hasta concluir en un pararrayos.

Desde la cúpula más grande de Buenos Aires, la ciudad no parece real, sino una metrópoli imaginaria montada con diminutos ladrillos plásticos de un juego de encastre para niños. En esta maqueta a escalas mínimas, la Avenida de Mayo es apenas una raya asfáltica de escasos centímetros, bordeada de pequeñísimos árboles que culminan su recorrido frondoso en la Plaza del Congreso, esa lengua larga y anaranjada con ansias de deglutir a quien la pise. Desde una perspectiva impensada, las ingentes aspas de la Confitería del Molino se desvanecen con el tono tiza de las construcciones sobre la avenida Callao, y en la torre escuálida, los estropeados apliques dorados chispean apenas los roza la luz solar. Perdido entre carteles publicitarios y edificaciones, el obelisco porteño alza su silueta como la punta afilada de un delgado lápiz blanco, mientras el agua amarronada y serena del Río de la Plata traza una pincelada fugaz en un horizonte semiazulado. En la lejanía, secundada por los característicos monoblocks de la zona, la torre del Parque de la Ciudad simula una estilizada aguja de hormigón clavada en una almohadilla de edificios. Kilómetros y kilómetros de piedra, cemento y arena se extienden ante mis ojos de gigante. Allá abajo, personas y vehículos pelean estratégicamente por una porción de ciudad y se mueven como fichas en un tablero, serpenteando tanta vastedad hormigonada. Así es como se ve lo cotidiano, lo diario, lo rutinario desde la majestuosa cúpula
del Congreso


(Fuente: http://www.secretosdebuenosaires.com/)

lunes, 15 de agosto de 2011

Una Historia por Buenos Aires...- Capitulo 4

El señor, que su nombre era Sir Ambrose M. Poynter, me contó, que era arquitecto Británico, y que el mismo diseño esa torre, con todas las cosas que me estaban pasando no sabia si creerle o no, pero igual le seguí llevando el apunte.
A la mañana siguiente, desperté con una hoja que decía "Te espero en la torre a las 10:00", me levante y fui. Al llegar a la torre el me esperaba en la puerta con unos papeles y planos, y me empezó a contar todo sobre esa torre, Que estuvo a cargo de una empresa constructora llamada Hospkins y Gardom, Que todo los materiales utilizados para hacer la torre era traído desde Inglaterra, excepto la arena y el agua, también aprendí que fue construida en un estilo neo-renacentista, que se encuentra emplazada sobre una gran plataforma con 4 escaleras de acceso, que existe un friso donde se alteran triglifos y metopas ornamentadas con soles y emblemas del imperio ingles, también que hay una flor del cardo, la rosa de la casa tudor, el dragón rojo gales y el trébol de irlanda, uniendo así sus grandes territorios, y en la parte superior se encuentra un reloj a 35 metros de altura, que cuenta con cuatro cuadrantes de 4.40 metros de diámetro cada uno y funcionan a péndulo y pesas, sobre las cuadrantes se encuentran cinco campanas de bronce cuyo tañir puede escucharse en varias cuadras de la redonda, la torre esta coronada por una cúpula en forma octogonal cubierta de laminas de cobre sobre cuya cima gira una veleta que representa una fragata de tres mástiles de la época isabelina, y que por supuesto fue donado por los ingleses por el centenario de la revolución de mayo, En fin aprendí muchísimo sobre esa torre, luego de contarme todo eso y muchísimo mas, me dijo nos vemos en el 2011 y volví a mi año actual...

Continuara...

Una Historia por Buenos Aires...- Capitulo 3

Luego de agarrar el diario y fijarme en la fecha en la que estoy parado, decido tomarme el tren, el tren tenia una pequeña demora de 15 minutos, entoces me siento en los asientos del tren y empiezo a leer el diario tranquilo.

Cuando menos me di cuenta el tren ya estaba llegando a la estacion Colegiales y me tenia que bajar en la siguiente estacion, que sería Belgrano R. Al bajar me cruzo accidentalmente a un niño con un rostro que me resultaba familar, desde lejos lo estaban llamando por su nombre, Raúl, que tambien me resultaba familiar, pero esto lo deje de lado y fui directamente a mi casa. Cuando llegue a la puerta de la casa intento abrir con las llaves que tengo y no me entreban, pero me olvide que accidentalmente viaje al año 1916, apenas me dije esto, pense porque al año 1916 y no a otro año, luego de pensar esto me acorde que tenia la carta con la direccion del señor que me dijo que valla a la torre de los ingleses, y como no tenia hogar, plata, comida, para vivir, me dirigí hacia esa direccion.

Encontrar esa direccion fue dificil, ya que la mayoria de los nombres de las calles y avenidas era totalmente distintas tenia que ir hasta el barrio de caballito, empece a preguntarle a la gante donde quedaba y como ir, me llevo aproximadamente dos horas y media llegar hasta la direccion. Al llegar toque timbre y directamente me abrieron la puerta, era el mismo señor, con la misma cantidad de años, le presente la carta y me dio todo hasta una habitacion de el.

A la hora de la cena el me hizo un par de preguntas y me conto la historia de los ingleses en Buenos Aires...

sábado, 6 de agosto de 2011

Una Historia por Buenos Aires- 2º Parte

Era un Sábado y me había levantado temprano, a eso de las 7:30 de la mañana, algo muy casual en mi en un fin de semana y aún seguía con esa intriga, esa intriga que me daba cada vez mas curiosidad. Decidí agarrar el auto, y fui directamente para el centro de la Ciudad.
Cuando llego a la Plaza San Martín por la Avenida Libertador justo me frena el Semáforo, al frenarme logro mirar la Torre de los Ingleses por un tiempo corto, al verlo, inmediatamente me acorde de lo que me dijo ese señor, de que tenia que ir ahí, y en minutos estacione el auto
me baje del auto y me dirigí hacia la torre.
Esa mañana encontré la torre abierta entonces aproveche para entrar; Entre, subí las escaleras, y no encontré nada, seguí buscando un rato, porque me había dicho que valla a la torre, y eso me dejaba con una cierta duda. Busque en todos los rincones, una y otra vez, y nada. Decidí irme, mientras me iba de la torre, bajo por la escalera, en ellas encontré un Sobre, el sobre lo agarre y lo abrí al instante, ese sobre contenía la foto del señor, que me dijo que valla a la torre, una dirección, y una pequeña carta que decía "Si necesitas ayuda, hospedaje, comida, vestimenta, ven a visitarme".
Esto ya no me intrigaba mas, me empezaba asustar, salí de la torre, y me desoriente. Vi pasar el tranvía, los viejos colectivos, algunos caballos, la gente con una vestimenta diferente, me dije, "Esto es un sueño, estoy loco",empecé a comportarme extraño, mas precisamente para ellos, la gente me miraba extraño. Empecé a dirigirme a donde deje el auto, cuando llego a donde lo deje no lo vi, me dije,"Seguramente se lo llevo la grúa". Ya me estaba empezando a desesperar.
Empece a dirigirme hacia la estación del Tren Bartolome Mitre(Retiro), cuando llegue, los trenes y los andenes eran distintos, había puestos de fiambres, no había mas esos boletos electrónicos, la estación estaba mas nueva, los puestos de diarios estaban ubicados en otro lugar, los negocios que están adentro no eran los mismos, entraban carretas, tranvías en la puerta, me estaba volviendo un Loco, no sabía que hacer.
Con todo esto, decido comprarme el diario y fijarme el día y el año, y resulta que era un 24 de Mayo de 1916, y en el Titulo en la Tapa decía, "Se inaugura la torre de los Ingleses" ....

Continuara...

Gerardo R. Rojo

viernes, 5 de agosto de 2011

La UBA cumplió 190 años

La Universidad de Buenos Aires es el punto de encuentro de la juventud argentina. Millones de jóvenes de diferentes provincias y de países alrededor del mundo se unen en sus aulas, convirtiéndola en una de las instituciones educativas más prestigiosas de Latinoamérica. Este año, la UBA cumple 190 años, y lo festeja con una agenda de más de 500 actividades para todos los gustos.


Después de haber rediseñado su logo para la ocasión, desde el 1° de agosto se vienen llevando a cabo muchas actividades que varían desde danza hasta música y pintura. Los eventos se llevarán a cabo hasta el 8 de septiembre, en las diferentes Facultades con las que cuenta la Universidad. El acto principal tuvo lugar en el día de ayer, con la presentación de Numen, una obra de danza de Oscar Araiz en el Centro Cultural Recoleta. Los que se la hayan perdido podrán disfrutarla durante todo agosto.


El broche final del aniversario será una muestra gigante en la Manzana de las Luces, lugar donde fue inaugurada la Universidad, allá por 1821. La fecha exacta de inauguración es el 12 de agosto, fecha en la que se llevó a cabo un acto dirigido por Martín Rodríguez. La Universidad fue creada bajo el lema de impulsar la educación pública, después del tormentoso nacimiento de la Nación.


Algunos de los galardones con los que cuenta la Universidad, o mejor dicho sus alumnos, son cinco premios Nobel, diecisiete presidentes de Argentina, y un número incontable de personajes muy relevantes para la cultura e historia argentinas. La UBA tiene trece facultades, cuatro escuelas secundarias, seis hospitales, y ciento doce títulos de grado.


Para el público general, del 26 al 28 de agosto habrá un Recorrido Histórico que comenzará en el Colegio Nacional Buenos Aires y terminará en la Manzana de las Luces, en el horario de 15 a 21. El recorrido es totalmente gratuito, pero con una inscripción previa en el Sitio Web de la UBA. Además, desde GenteBA nos presentan un cronograma muy completo de todas las actividades, abundantes considerando que se trata de una celebración con una duración de más de un mes.



(Fuente. http://eternabuenosaires.com/2011/08/la-uba-cumplio-190-anos)

Manzana de las Luces.

Se conoce con el nombre de Manzana de las Luces a la comprendida entre las calles Alsina, Moreno, Bolívar y Perú. La misma fue historicamente y es en la actualidad, sede de instituciones de gran envergadura e importancia al quehacer histórico, cultural, educativo y religioso del país.


fachada3


Una de sus más destacadas características es la presencia aún hoy misteriosa y enigmática de una red de túneles construídos entre los siglos XVII y XVIII. Formaban una red que unía de manera subterránea las iglesias, los edificios públicos y el Fuerte, a cinco metros de profundidad y excavados directamente en la tosca, con zapa y pico.


Infinitas son las preguntas que podrían hacerse. El misterio muestra sólo uno de sus rostros. Se aventuran hipótesis sobre el destino que se les daba en la época de la colonia. ¿Quién habrá sido el que ideó su construcción? ¿En qué momento fueron excavados? ¿Con qué motivos?. Aún hoy el tema no está claro. Hay algunos historiadores que han negado su existencia, mientras muchos otros han tenido oportunidad de visitarlos y estudiarlos.


Otro atractivo fundamental es la Sala de Representantes (virtualmente lo que hoy es el Congreso de la Nación), funcionó como tal desde el 1º de mayo de 1822 hasta fines del siglo XIX viviéndose en ella relevantes momentos de nuestra Historia como la jura del primer presidente Bernardino Rivadavia y la asunción de Juan Manuel de Rosas como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires en dos oportunidades, entre otros.


Funcionó luego como Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires y a posteriori como Aula Magna de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, hasta 1972.



(Fuente. http://www.manzanadelasluces.gov.ar/)

jueves, 4 de agosto de 2011

Una historia por mi... 1º Parte.

Son las 17:30, estoy saliendo del trabajo, en plena calle Florida, mejor dicho en plena peatonal Florida, calle conocida como peatonal en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, era un Viernes ultimo día laboral hasta el Lunes, un día soleado, bah!, el sol se estaba ocultando, mejor dicho despejado.
Ese día yo estaba muy curioso, me daban ganas de meterme en museos, casas, lugares, pasear por la Ciudad y saber su historia. No tuve otra opción que empezar por la plaza de mayo, entonces empecé a caminar hasta llegar al lugar, observando los edificios antiguos que escondía las calles.
Llegué a la Avenida Roque Sáenz Peña donde camine hasta llegar al lugar. Al llegar a la Plaza de Mayo, me di media vuelta y vi primero el Cabildo, me lo quede mirando por 15 minutos, recordando esa fecha tan conocida, 25 de Mayo de 1810, lo observe detenidamente y detalladamente, intente imaginármelo como era en esa época, pero sinceramente no pude, entonces entre para ver si podría imaginármelo, pero tampoco pude.
Allí me llamo mucho la atención un cuadro donde se podría apreciar su apariencia en 1800, claro, era una pintura, esa famosa pintura donde se puede ver a la gente con los paraguas por la lluvia en la puerta del cabildo el 25 de Mayo de 1810. Un guía, un poco extraño, me vio y se acerco a mi y me dijo "Yo conozco perfectamente esa historia, esa pintura es cualquier cosa. Primero muy poca gente tenia paraguas, porque en esa época estaban muy caros, y segundo no estaba lloviendo...". Luego de decirme esto se marcho, dejándome con intriga porque me lo dijo de una forma muy extraña, como si lo hubiese vivido.
Me quede observando la pintura por 5 minutos mas, y me fui a seguir conociendo Buenos Aires. Me crucé a la Catedral, fui donde se ubica el Mausoleo del General D José de San Martín y del soldado desconocido, observando a las 3 estatuas femeninas que rodean el mausoleo donde descansan los restos del General San Martín, se me acerco un señor, me miro y con la cabeza diciendo si, me dijo "Deberías ir a la torre de los Ingleses" y se fue. Yo seguía con la intriga de ese señor, y ahora me empecé a preguntar porque me ah dicho esto ese señor, eran las 19:30 ,y ya estaba un poco cansado, después de una jornada laboral empecé a volver a mi casa, fui a retiro para tomar el tren, tenia 10 minutos antes de que saliera el próximo tren hacia Bartolome Mitre, observe la torre de los ingleses, lo note raro, y directamente me subí al tren.
Llegue a eso de las 20:30 a casa, me prepare un Café, y pedí comida para cenar y me fui a dormir...
Continuara...



Gerardo R. Rojo